lunes, 30 de agosto de 2010

Tenemos que hablar

- ¡Te encanta esta canción! -dice Eumanismo sorprendido cuando, una vez más, me pongo a cantarla cuando alguien empieza una frase por "tenemos que hablar...".

Es cierto: me encanta esa canción.

Tenemos que hablar de Presuntos Implicados es una canción que le canta una mujer a su marido en plena crisis de su matrimonio, en pleno silencio. Y me gusta, entre otras cosas, porque me recuerda que las personas tenemos que hablar de lo que nos pasa.

En la lengua coloquial, dice el Panhispánico de dudas que no es infrecuente -yo, de hecho, creo que es muy frecuente- que las personas, cuando hablan de lo que les pasa, sencillamente lo hablen.

La RAE acepta eso pero no, en cambio, la consecuencia lógica de transitivizar el verbo hablar: "tenemos que hablar las cosas".

Si realmente queremos evitar acabar "hablando las cosas", deberíamos limitar los contextos en los que acabamos diciendo que "tenemos que hablarlo" y extendernos, en cambio, en aquello de lo que tenemos que hablar. Los textos no coloquiales están hechos para que aquello de lo que se habla sea mimado y explicado y no reducido a un pronombre. Lo coloquial no debe, en ningún caso, ser sinónimo de lo pobre.

Aunque eso sí: si entramos en recesión léxica, tendremos que hablarlo.

Dardos y palabras

Qui veut, en vous servant, toutes vertus ensuivre.
Vous vivrez (croyez-moi) comme Laure en grandeur,
Au moins tant que vivront les plumes et le livre.

Estos son los últimos versos de un poema de Ronsard: "mientras vivan las plumas y el libro, Usted también vivirá".

Yo también quiero que viva -al menos mientras viva mi post- Fernando Lázaro Carreter. Comparto con él una de sus pasiones: el español. La otra -el fútbol- se la dejo a todos aquellos que son capaces de emocionarse con una buena jugada como yo me emociono con una frase bien construida.

Escribo desde la afición: estoy abierta a todo tipo de sugerencias y correcciones.

viernes, 27 de agosto de 2010

El eufemismo o la mierda

Mierda, acepción 4 de la RAE: “Cosa sin valor o mal hecha”.

Querido José: me alegra saber que la arteriosclerosis léxica de la RAE no alcanza a la palabra que quiero utilizar.

Pero “mierda” no suena bien; es una palabra dura y grosera... ¿Qué remedio me reserva la lengua española -y otras muchas- para evitar ofender los oídos de mis interlocutores?

El eufemismo: la manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

¡Menos mal! Lo último que deseo es que mis palabras suenen duras o malsonantes. Creo que leí algo al respecto en mi Manual de Estilo. Sí: ¡aquí está!

Nacho Cano y el amargo del pomelo:

y aunque los palos sientan fatal, si no me zurran no me espabilo”.

Es que quizás los que usan eufemismos no quieren que el receptor del mensaje espabile.

Porque si me dicen que estoy “entrada en carnes”, “rellenita” o “recubierta”, correré a comprarme un vestido que realce mis graciosas curvas e incluso puede que me presente al próximo cásting de Dove. Pero si me dicen que estoy “gorda”, no me compraré un vestido en tres meses y posiblemente me ponga a régimen.

Si “me tomo las cosas con mucha calma” en lugar de “llegas siempre tarde y no tienes en consideración el valor del tiempo del que espera”, seguiré paseando alegremente contemplando la ciudad mientras la persona que me espera se congela (si es Madrid durante los nueve meses de invierno) o se achicharra (si es Madrid durante los tres meses de infierno).

No abogo por el insulto ni por las salidas de tono.

Las formas están para facilitar la convivencia y un eufemismo a tiempo puede salvar de un conflicto innecesario.

Pero cuando esas mismas formas se convierten en un puro eufemismo, pierden su función: no facilitan nada porque todo lo que transmiten está tan tamizado y matizado que el mensaje se pierde, se diluye y no cumple su función. El abuso del eufemismo le resta valor a la forma y al fondo del mensaje. Un mensaje que no transmite nada -sin fondo- o que lo transmite de manera ineficaz -sin la forma adecuada- es una cosa sin valor. Y el emisor lo ha hecho mal.

Así que -pido perdón por la palabra malsonante- pero en este caso el mensaje debe ser duro para ser eficaz: el exceso de eufemismos es una mierda.

Breva

Wikipedia resuelve rápido la duda: "La breva es la primera, de junio a julio, de las dos cosechas de frutos de la higuera, muy apreciadas al ser de mayor tamaño que el higo pero no tan dulce como él, tienen forma de pera y diferentes colores, dependiendo de las variedades oscilan entre el blanco, amarillo verdoso, azuladas y negras. "

(Foto del blog munichilca.com de Chilca Cañete)


En español, la breva ha dado lugar a varias expresiones:

"No caerá esa breva" manifiesta la falta de esperanza de alcanzar algo que se desea vivamente.

"De higos a brevas" es una referencia temporal a algo que ocurre con poca frecuencia. En realidad, de higos a brevas" transcurren ocho meses.

"Más blando que una breva" se dice de una persona que, habiendo estado antes muy tenaz, se ha reducido a la razón o a lo que otros le han persuadido.




Si alguien tiene el "Redes" a mano y me quiere ayudar con otros usos de la palabra "breva", la ayuda es siempre bienvenida.

jueves, 26 de agosto de 2010

Chivo expiatorio

Siempre me ha despertado curiosidad la expresión “chivo expiatorio”...


La RAE define al chivo como la “cría macho de la cabra, desde que no mama hasta que llega a la edad de procrear”. Etimología divertida: viene de “chib, voz con que se llama a este animal”.
Expiar (del latín expiare) significa “borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.”

No debe sorprender, pues, que la expresión de “chivo expiatorio” nazca de un ritual -recogido en el Levítico, tercer libro de la Biblia- del pueblo de Israel en el que el Sumo Sacerdote elegía dos chivos, a los que el azar deparaba destinos muy diferentes: uno se ofrecía a Yaveh y al otro, al chivo expiatorio, se le transferían simbólicamente todas las impurezas del pueblo judío antes de soltarlo en el desierto.

El francés opta por la expresión « bouc émissaire », aunque en español también existe un uso minoritario de “chivo emisario”. En este caso, « emisario » desciende de la palabra latina emissarius: mensajero.

Los alemanes optan por el “Sündenbock”: macho cabrío de los pecados; y los ingleses por “scapegoat”: ¿la cabra del escape?

Al fin y al cabo, la comunidad escapa del castigo, pues es el chivo, el cabrito o la cabra en cuestión (¿el tronco común de todos estos animales sean tal vez su asociación con la imagen del diablo?) es el o la que carga con los pecados en nombre de todos.

El chivo expiatorio es el único responsable de los pecados y, al asumirlos, preserva la inocencia de la comunidad.





Qué asco.

lunes, 16 de agosto de 2010

C'est notre propre lumière qui nous effraie

Notre peur la plus profonde n’est pas de ne pas être à la hauteur.

Notre peur la plus profonde est d’être puissants au-delà de toute limite.

C’est notre propre lumière et non pas notre obscurité qui nous effraie le plus.

Nous nous posons la question :



«Qui suis-je, moi, pour être brillant, talentueux et merveilleux ?»



En fait, qui êtes-vous pour ne pas l’être ?

Nous sommes des enfants de la Vie. Notre petit jeu ne sert pas le monde.

Il n’y a rien de sagesse à nous diminuer pour que les autres

ne se sentent pas déstabilisés à notre contact.



Nous sommes nés pour laisser la Vie se déployer en nous dans toute sa splendeur.

Elle n’est pas seulement en quelques-uns, elle est en chacun de nous.

Et au fur et à mesure que nous laissons briller notre propre lumière,

Nous donnons inconsciemment aux autres la permission de faire de même.



En nous libérant de notre propre peur,

Notre présence libère automatiquement les autres.



Extrait du discours prononcé par Nelson Mandela lors de son intronisation à la présidence de la République de l’Afrique du Sud, 1994 (écrit par une femme : Marianne Williamson).

L'absurde II

L'absurde, c'est la raison qui constate ses limites.

Albert Camus. Le mythe de Sisyphe.

L'absurde

La mort est là comme la preuve irréfutable de l'absurdité de la vie.

André Malraux

Sueños lejanos

Un día crecieron flores en la moqueta.


Poco a poco, el suelo se convirtió en un campo de crisantemos.

Ágiles madreselvas envolvieron las paredes.

Por las estanterías volaban dientes de león y caían entre los lirios que, elegantes y estáticos, decoraban las esquinas, los expedientes y las facturas.