Querido José: me alegra saber que la arteriosclerosis léxica de la RAE no alcanza a la palabra que quiero utilizar.
Pero “mierda” no suena bien; es una palabra dura y grosera... ¿Qué remedio me reserva la lengua española -y otras muchas- para evitar ofender los oídos de mis interlocutores?
El eufemismo: la manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
¡Menos mal! Lo último que deseo es que mis palabras suenen duras o malsonantes. Creo que leí algo al respecto en mi Manual de Estilo. Sí: ¡aquí está!
Nacho Cano y el amargo del pomelo:
“y aunque los palos sientan fatal, si no me zurran no me espabilo”.
Es que quizás los que usan eufemismos no quieren que el receptor del mensaje espabile.
Porque si me dicen que estoy “entrada en carnes”, “rellenita” o “recubierta”, correré a comprarme un vestido que realce mis graciosas curvas e incluso puede que me presente al próximo cásting de Dove. Pero si me dicen que estoy “gorda”, no me compraré un vestido en tres meses y posiblemente me ponga a régimen.
Si “me tomo las cosas con mucha calma” en lugar de “llegas siempre tarde y no tienes en consideración el valor del tiempo del que espera”, seguiré paseando alegremente contemplando la ciudad mientras la persona que me espera se congela (si es Madrid durante los nueve meses de invierno) o se achicharra (si es Madrid durante los tres meses de infierno).
No abogo por el insulto ni por las salidas de tono.
Las formas están para facilitar la convivencia y un eufemismo a tiempo puede salvar de un conflicto innecesario.
Pero cuando esas mismas formas se convierten en un puro eufemismo, pierden su función: no facilitan nada porque todo lo que transmiten está tan tamizado y matizado que el mensaje se pierde, se diluye y no cumple su función. El abuso del eufemismo le resta valor a la forma y al fondo del mensaje. Un mensaje que no transmite nada -sin fondo- o que lo transmite de manera ineficaz -sin la forma adecuada- es una cosa sin valor. Y el emisor lo ha hecho mal.
Así que -pido perdón por la palabra malsonante- pero en este caso el mensaje debe ser duro para ser eficaz: el exceso de eufemismos es una mierda.
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