domingo, 28 de noviembre de 2010

Se non è vero, è ben trovato (2)

Fue en Ikea, pero no fue en la sección de habitaciones infantiles. Las habíamos pasado hacía un rato. Estábamos ya en la zona de máximo estrés ikeano, en la que toda relación o vínculo humano pone a fuerza su fortaleza: pasillo y sección, número de referencia del mueble y color.

¿No sabes leer en sueco? ¿No recuerdas bien el nombre? ¿Cuál te ha gustado más: lack o michael? ¿Has apuntado el número? ¿Y las medidas? Da igual: la única mesa que me ha gustado está agotada. E igual de agotados, exhaustos, están los visitantes a esas alturas. 

Entre cartones y números de referencia, entre carritos-camilla, fue donde me preguntó si había pensado, alguna vez, en tener hijos. "Pues mira: si van a medir 1,90 en menos de una semana y me ayudan a montar los muebles, no lo descarto...". 

Siempre pensé que la historia quedaba más bonita en la sección de niños, entre alfombras de colores y literas desordenadas. Porque las historias no tienen que ser fieles a la realidad: basta con que sean verosímiles y consigan expresar la idea que esconden. 

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