En la universidad de Stanford,
imperan las preguntas sobre el futuro. En pleno Silicon Valley, la visión de futuro está presente en todas las
conversaciones.
Sin embargo, esta semana el campus tiene dos
acontecimientos poco habituales: ayer el centro de alumni acogió a Marci Shore, historiadora especialista en el siglo
XX en Europa del Este en la presentación de su libro “The Taste of Ashes: The
Afterlife of Totalitarianism in Eastern EuropeThe Taste of Ashes: The Afterlife of Totalitarianism in Eastern Europe. Hoy, en la escuela de Educación se explorarán las causas delHolocausto.
Marci Shore explicó que, desde
que cayó el muro de Berlín, se sintió cautivada por el romanticismo de las
revoluciones del siglo XX europeo. Desde joven quedó fascinada por un continente
en el que se construyó sobre ideales y se dio la vida por ellos.
“Solo nos conocemos en la medida en que nos hemos puesto a prueba”
–dijo-. Europa es sin duda el continente en el que se ha puesto a prueba la
ética, la moral y los valores humanos. “Los
ciudadanos europeos se enfrentaron a dilemas que no ofrecía elecciones
inocentes. Y, en 1989, en Europa del Este, la gente se encontró con que debía
justificar las decisiones que habían tomado en un mundo que ya no existía.”
Marci Shore se ha entrevistado
durante años con hijos y nietos de familias que vivieron el comunismo. En su libro
penetra en las contradicciones ideológicas entre miembros de la misma familia.
“Si me he pasado
diez años destruyendo lo que mis padres construyeron, es por lealtad a los
valores que ellos me enseñaron.” –le dijo un entrevistado--.
Sus conclusiones sobre la vida después del comunismo en Europa del Este son: (i) no hay final
feliz para el comunismo; (ii) las cosas buenas no siempre van de la mano (a
veces hay que elegir entre perdonar y hacer justicia); (iii) hay un complejo
entramado de inocencia y culpabilidad en las relaciones del post-comunismo.
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